EN NUESTRO EQUILIBRIO PUEDE ESTAR LA SOLUCIÓN
- “Parece que no consigo adelgazar, me aparecen unas manchas en la piel, tengo habituales dolores de cabeza,…”.
- “¡Pues hágase usted un test de intolerancia alimentaria!”.
Es claro que la mala alimentación actual y el frenético ritmo de vida son las causas más probables de que cada vez sean más las personas que sufren problemas gastrointestinales. Recordemos que son síntomas muy parecidos a los de la acumulación de índices de toxemia en nuestro organismo. Según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) nada menos que el 20% de la población se siente así. En cambio, la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) sólo reconoce la intolerancia a la lactosa y al gluten mediante pruebas contrastadas, salvo que, en realidad, se trate de una alergia.
Hay que ser entonces muy prudentes con los test que proliferan de más de 500 ó 600 alimentos analizables como el de Alcant, el método Voll o incluso ahora el ADN. Éste último, por ejemplo, puede dar información sobre nuestra predisposición genética a ser más o menos obeso, a tener más probabilidad a desarrollar una diabetes,…, pero no si nos sienta mal la verdura o si un alimento nos va a aumentar de peso, con el fin de aplicar esa dieta “mágica” que siempre buscamos y miles de anuncios reclamo y comercios nos proponen. Verificar cómo nos sientan los alimentos con pruebas de eliminación y reincorporación, sigue siendo lo más fiable. En cualquier caso, es fundamental asegurarnos acudir a centros especializados y profesionales cualificados que nos garanticen la calidad y congruencia del destino de las pruebas que realizan.
Pero sin duda, tengamos siempre en cuenta, que nuestro organismo (lo que denominamos “el terreno”) suele encontrarse y responder bien, cuando cuenta con los niveles adecuados de nutrientes (ácidos grasos poli-insaturados, vitaminas, minerales y oligoelementos) y un correcto equilibrio Ácido-Base.
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