Consumir omega 3 puede evitar los accidentes cardiovasculares

Omega 3

Los omegas son ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) que completan numerosas funciones en el organismo, garantizando la plasticidad y flexibilidad a las membranas celulares, ayudando a modular numerosas funciones biológicas, como la regulación del sistema hormonal y de la presión arterial,  la regulación sobre el timo y el sistema inmunitario, la motricidad bronquial y uterina, la agregación plaquetaria, las reacciones inflamatorias, algunas funciones metabólicas y un largo etcétera.

La importancia de los ácidos grasos poliinsaturados omega 3 se puso en evidencia cuando se observó una baja tasa de accidentes vasculares en los esquimales, grandes  consumidores de omega 3 (Bang et coll, Lancet, 1978). Numerosos estudios han demostrado una reducción significativa de los accidentes vasculares en los consumidores habituales de pescados grasos (de 2 a 3 veces por semana) o cuando se toman regularmente ácidos grasos omega 3. Debido a la disminución de éstos, la célula se puede encontrar deficitaria en ciertos nutrientes y, por tanto su rendimiento puede no ser el óptimo.

Está ampliamente demostrado que el EPA (ácido eicosapentanóico), ácidos grasos Omega 3, presente en los aceites de pescados de mares fríos inhibe la inflamación al reducir los niveles de prostaglandinas inflamatorias. Los efectos de los omega 3 anti-inflamatorios y fluidificantes de las membranas celulares son interesantes en la gestión de la glucemia y del síndrome inflamatorio crónico. Por otro lado, parece ser que el aceite de Prímula (onagra) o el de Borraja Omega 6, ricos en ácido Linoléico y Gamma-linolénico, se asocian a mejoras en la rigidez matutina, la hinchazón y el dolor articular, dada su  capacidad para regular los mediadores de la inflamación y reducir la actividad linfocitaria (Rothman 1995). El Omega 6 está asociado a cientos de reacciones metabólicas, resultando fundamentales en la regulación hormonal y la salud de la piel. Aportes en ácidos grasos poliinsaturados de buena calidad (omega 3 y 6) participan en una producción optimizada de hormonas, y de otros mediadores de la inflamación, y favorecen la salud de las membranas celulares de los órganos implicados en la reproducción

Es aconsejable comer pescados grasos

Los ácidos grasos poliinsaturados son los principales constituyentes de los fosfolípidos membranarios. En especial a nivel neuronal el DHA, derivado del ácido Alfa-Linolénico, es el protagonista principal. Varios estudios han demostrado que un déficit en DHA es habitual en los pacientes depresivos y con trastornos del sueño. Los investigadores J.R. Hibbeln y N. Salem, en su libro “Acidos Grasos Poliinsaturados en la dieta para la depresión”, razonan sobre la conveniencia de utilizar ácidos grasos Omega-3 en estos casos, por la función que desempeñan en la composición de las membranas celulares.

También su importancia está presente en la salud cardiovascular. J.Goldstein y M.Brown, bioquímicos estadounidenses y premios Nobel de Medicina en 1.985 por sus estudios sobre el colesterol, ya indicaron que “es desde la infancia y antes de los 30 años cuando hay que evitar las grasas animales” y potenciar la ingesta de omegas. La enfermedad arterial empieza sobre los 30 años y a partir de los 70 años, la suerte está echada. Descubrieron que las células humanas tienen receptores de lipoproteínas de baja densidad (LDL) que eliminan el colesterol de la sangre y que cuando los receptores de LDL no están presentes en un número suficiente, los individuos desarrollan hipercolesterolemia y se vuelven en riesgo de enfermedades relacionadas con el colesterol.

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